Gran Maestro Chang Te-Kuei (1902-1990)

En 1949 debido a la Revolución Comunista China, muchos Maestros y militares salieron de todos los estados de China continental hacia Taiwán y en Tong-Shan se instalaron muchas personas del estado de Shandong, cuna del estilo Tanglang Chuen, entre ellos un tal Chang Te-Kuei, de quien el Maestro Su aprendió el estilo Pimen Tanglang (Mantis de la Puerta Secreta). Allí, trabajó recolectando madera en la montaña y vendiéndola en el pueblo. Este trabajo le exigía caminar muy cargado (alrededor de 100 kg) durante mucho tiempo (4 ó 5 horas de ida y otras tantas de vuelta), a través de senderos angostos y sinuosos.

El maestro Su explica…

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«El Maestro Chang Te Kuei vivía en el mismo pueblo que yo; desde mi casa le veía practicar KungFu en el patio de la suya.
Un día pedí a mi padre que fuese a hablar con él para que me enseñara. Tras la entrevista, mi padre reunió a un grupo de niños y jóvenes para que formáramos su alumnado. Así empecé a estudiar con el Maestro Chang Te Kuei.
Cada cierto tiempo íbamos cambiando de lugar de entrenamiento, ya que era habitual que las casas entonces tuvieran un patio amplio y al aire libre.
También era costumbre que cuando un maestro abría una escuela de Kung Fu en un pueblo hiciera una exhibición el primer día de clase, a la cuál acudían todos los lugareños. Ese día el Maestro Chang Te Kuei realizó un esquema de Mantis ejecutando una consecución de múltiples, ágiles y rapidísimos movimientos. Al terminar se dio cuenta de que la gente reía y mostraba poca convicción ante lo que habían observado, puesto que a ellos les había parecido como una coreografía de baile.
Mantis es un estilo de Kung Fu del norte, y los vecinos del pueblo estaban acostumbrados a los estilos del sur, más simples en ejecución y de manifiesta fuerza física. Ante esta situación, el Maestro Chang Te Kuei realizó una técnica que le hizo desaparecer de la vista de los asistentes para aterrizar acto seguido y con un tremendo crujido en el tejado que tenía delante suyo. Tras un breve silencio y cara de asombro, todos aplaudieron… Y no hicieron falta más explicaciones.»